Tecnología

Mi mejor amiga entre los 11 y 13 años se llamaba Lorena.

A final de 8º curso ella y su familia se trasladaron a Guatemala. Su madre era de allí. Durante varios años, supongo que unos dos o tres años, seguimos carteándonos pero en algún momento lo dejamos de hacer y nos perdimos la pista.

Por cierto, tengo que buscar las cartas. Creo que todavía están en casa de mi madre.

Hace un par de años se me ocurrió apuntarme a uno de esos portales en los que se buscan antiguos compañeros de colegio y en las navidades de 2004 me llegó un mensaje. Lorena me había localizado.

La verdad es que pocas veces me he emocionado tanto como en ese momento. Yo me considero una persona muy racional y casi todas las cosas de mi vida han sido más o menos previstas. Fue uno de esos momentos en los que el corazón funciona mucho más deprisa que la cabeza.

Desde entonces nos mantenemos en contacto vía correo electrónico.

¡A veces la tecnología es maravillosa!