martes, octubre 30, 2007

Un café

Parece mentira que una cosa tan simple y banal como tomar un café resulte ser en ocasiones un asunto tan íntimo.

La falta de costumbre de estar sola con mis pensamientos se me hace más cuesta arriba de lo que nunca habría pensado, hasta tal punto que no me queda más remedio que ponerme a escribir.

Siempre he pensado, cuando veía a alguien escribiendo en un bar, que serían personas excepcionales: “seguro que están escribiendo un libro y se les pasan por la cabeza tantas cosas que no pueden hacer sino escribirlas para no olvidarlas” y, en cambio, aquí me tenéis, tan normalita como yo soy, tomando estos apuntes en un bar casi vacío delante de cuatro cubanos que me ignoran mucho más de lo que yo lo hago con ellos.

¿Y las niñas? se preguntará alguien. Hice ¡Buf, buf! y desaparecieron.

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