El grado de mosqueo de mi vida se puede medir perfectamente por la cantidad de tacos que digo cuando hablo. En las temporadas en las que estoy más rebotada con la vida en general digo más tacos y según pasan los años más todavía.
Me resulta hasta relajante llamar h. de p. a alguien que efectivamente lo es (independientemente de la profesión que sus progenitores hayan tenido que, por cierto, no me interesa), es estupendo notar cómo se le llena a uno la boca con estos exabruptos y cómo se le relaja el cuerpo después de que se ha dicho.
No se si pasa lo mismo en otros idioma (no conozco más que el socorrido “fock off” y “focking” de los ingleses) pero el castellano es estupendo para estas cosas. Además como con la edad cada vez me hago más mala todavía pues ante determinas desgracias de algunas personas contesto últimamente ¡pues que se joda! y además me alegro.
viernes, noviembre 23, 2007
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