lunes, octubre 29, 2007

Ayer, domingo.

Ayer estuve con una persona a quién hacía un año que no veía. Una persona que había sido bastante importante en mi vida y cuyas acciones habían condicionado las mías durante casi 17 años. Una persona de mi edad, con la que me llevaba bien, con algunos gustos afines y a quién, sin embargo, no he considerado nunca un amigo.

Pues bien, ayer me reconcilié con él.

Supongo que las fricciones del trabajo son importantes, sobre todo cuando uno no es un compañero sino un jefe cuyas órdenes, aunque pudiendo ser discutidas, al final hay que acabar acatando. La relación en estos casos es meramente profesional y los momentos de relajo son demasiado efímeros como para que superen esa, casi invisible, línea que ambas partes marcan sin apenas darse cuenta.

Pues bien, ayer me reconcilié conmigo.

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