He traducido del inglés un texto de 73 páginas a dos columnas. Estoy que me salgo de mí misma. Bueno, el texto no era de los difíciles y la traducción todavía adolece de unas revisiones en determinados puntos pero ¡la he acabado!
He aprendido lo siguiente:
- Que las reglas de puntuación del inglés no tienen nada que ver con las nuestras (ni siquiera los diálogos comienzan con un guión y las comas aparecen por todas partes).
- Que para traducir un texto lo que se necesita es conocer bien la lengua destino, no la de origen.
Que no sólo hace falta saber idiomas. El trabajo de investigación es indispensable.
- Que mientras más repasas un texto más raro te suenan las frases aunque cuando las lees en otro texto, escrito por otra persona, parecen de lo más normales.
- Que cuesta más de lo que parece.
- Que los traductores automáticos son una mierda.
- Que el horror del traductor son las frases hechas y las expresiones locales.
- Que el inglés (escrito) lo tengo menos oxidado de lo que pensaba. El siguiente paso para revitalizarlo es comprar un MP3 y escuchar audiolibros mientras voy leyendo lo mismo que escucho (por ahora, me temo que voy a necesitar los subtítulos).
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