Ayer se te echó de menos

“Ayer se te echó de menos” me dice una persona esta mañana cuando llego a la oficina. Yo lo dejo pasar pero un rato después pienso que es lo más agradable que me han dicho últimamente, sobre todo si tengo en cuenta que se trata de alguien con el que no trabajo y, por lo tanto, no tengo mucho trato.

Yo nunca digo cosas de éstas, aunque las piense y ahora me doy cuenta de que las cosas no sólo hay que sentirlas sino que hay que decirlas de vez en cuando. Eso sí, no me vale esa gente que nada más conocerte te trata como si fuera tu mejor amigo y te ofrece la casa de la playa para el mes de agosto. Directamente, me parece un falso y ya, a partir de ese momento, no me creo nada de lo que me cuente. Supongo que esta mezcla mía de castellana recia y navarro de pueblo junto con la educación norteña me hacer ser como soy y, sinceramente, creo que si hubiera nacido y/o vivido en otra parte vería las cosas de diferente manera.

Pero así soy y a mis 42 años (que lo mío me cuesta llevarlos) pues como que no me apetece cambiar. Con esto me pasa como con mi nariz. Como ya me he acostumbrado, hasta me gusta.