Ahora que “necesito” hacer otras cosas, odio que el trabajo sea tanto que me quite tiempo para estos pequeños “desahogos”. Así me encuentro que por hacer un trabajo no hago el otro y por hacer el otro me quedo sin hacer el primero. En resumen, como al final me sale la vena responsable, hago aquel y no hago éste y cuando veo las estadísticas de conexión me siento culpable.
Ahora que el grado de responsabilidad me ha bajado un poco (debe estar relacionado con los 5 marrones que me he levantado esta mañana), aquí me tenéis sin saber qué contar pero con el gusanillo de tener que hacerlo.
A ver si me sale:
Ya estamos de nuevo a las puertas de ese periodo de tiempo en el que hay que ser feliz o, por lo menos, parecerlo. En el que te has metido tanto en el ambiente que no te parece que sea Navidad a menos que salgas de noche y veas las luces de las calles. En el que parece que no se puede escuchar otra música que la obligatoria. En el que hay que cenar o comer con gente con quién no te interesa en absoluto y además no tienes nada que contarles. En el que está mal visto decir aquello de que quieres que te toque la lotería para dejar de ver las caras que ves todos los días. En el que...
¡Menos mal que yo soy de esas personas a las que les encanta la navidad! pero... hoy me parece que encuentro demasiadas cosas para poder odiarla.
Mejor lo dejamos para mañana.
ENTREVISTA:
Hace 47 minutos
1 comentario:
Hola Ana,
la enorme ventaja que tenemos los humanos es que escribimos las cosas tal como se nos ocurre. Cuando al rato las leemos nos damos cuenta de como nos sentíamos, pero creo que lo importante es saber reconocer el porqué de esa situación.
Si el que sea Navidad tenemos que comer/cenar con gente que no te interesa, deberiamos pensar en que nunca nos va a interesar hacerlo con ellos, no solo ahora.
Además, hay mucho envidioso suelto, y pienso que si me toca algo pues mejor que mejor.
Animo, intenta seguir siendo tú.
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