Uno de febrero

Pasan los días y no saco un segundo para poder escribir aquí unas cuantas líneas. Estoy pensando en volver a la jornada completa para poder hacerlo ¡je, je, je! (como que os lo habéis creído).

No, más en serio, estoy pensando en ponerme internet en casa para hacerlo desde allí por las noches pero antes me tengo que mentalizar enormemente para pensar en que a las nueve y media de la noche en vez de tirarme (literalmente) en el sofá a ver cualquier bazofia que pase por la tele en ese momento tengo que ponerme a “trabajar” un ratito.

Ya sabéis ¡pensar para pensar!

¿Os cuento un secreto? He mandado un breve relato, apenas dos hojas, a un concurso literario. El fallo lo dan a mediados de febrero y estoy nerviosa. ¡Una ilusa! Cada vez que lo pienso me digo que hay cientos de miles de personas haciendo lo mismo todos los días y que lo harán infinitamente mejor que yo que, hasta este momento, lo único que he escrito ha sido cuatro hojas de un diario a los 14 años, trabajos de clase, cartas e informes de trabajo, varios manuales técnicos y los post de este blog (que es lo más literario de todo). ¡Vamos que ni de coña!