viernes, febrero 27, 2009

¡Qué cosas!

Ayer estuve en el médico recogiendo unos análisis de una de mis hijas. Se suponía que era un chequeo de rutina y me encuentro con que tiene colesterol.

¡Colesterol!

A dieta.

Fuera el chorizo y el salchichón, la mortadela, el paté, la bollería industrial (que no ha comido nunca), cocinar con aceite de oliva (que es lo único que se compra en mi casa).

¡Tíos, olvidaros de las chuches y de las patatas fritas!

y..... ¿qué más se le puede prohibir a la pobre si tiene unos padres coñazos que le ponen pescado encima de la mesa a la mínima de cambio y que le obligan a tomar fruta natural a todas horas?

Y después de dar vueltas al hecho de que una niña con una alimentación sana tenga colesterol, me pregunto qué tendríamos nosotros de pequeños que hemos crecido a base de bocatas de chorizo de Pamplona y de Nocilla. Cuando el colesterol no existía y los yogures no caducaban.

4 comentarios:

Pilar Cabero dijo...

¿No ha podido ser un error?
Lo digo porque parece raro, pero bueno, siempre cabe la posibilidad de que lo cree ella porque está nerviosa.
Besitos sin grasas para ti y tu niña.

Anónimo dijo...

No hagáis ni caso. Vivimos en la época de lo políticamente correcto y a diario nos llegan noticias que me ponen los pelos de punta:

Por ejemplo (cito de memoria y puede ser que cambie algunos detalles), a una madre (hasta ahora intachable) de un niño especialmente problemático se le condena, entre otras cosas, a alejamiento de la criatura durante dos años, porque en una rabieta del niño se le ha ido la mano (mal hecho, pero no somos de piedra) provocando accidentalmente al niño alguna lesión (bastante leve, por cierto). La madre, evidentemente, lamenta el hecho. El niño, por supuesto, más que nada sigue necesitando la presencia próxima de su madre, si quiere tener alguna posibilidad de superar sus problemas y no convertirse directamente en delincuente juvenil. El propio niño, no quiere que le alejen de su madre. El padre, no ve cómo puede llevar adelante la familia en la situación en la que les ha puesto la sentencia judicial, que sencillamente ha deshecho una familia.

Podrá parecer una exageración, pero esto del colesterol de vuestra niña me parece un síntoma más de lo mismo: en generaciones anteriores hemos vivido realidades más que cuestionables. Por poner dos ejemplos, los castigos físicos y psíquicos a los niños, hasta extremos de una crueldad indescriptible, no se cuestionaban. Era una cuestión estrictamente doméstica o escolar. El otro ejemplo: una asistencia sanitaria en la que los medios eran muy limitados y determinados controles necesarios, simplemente no existían.

Combatir una realidad intolerable, que ha de cambiarse, no debería llevarnos a extremos absurdos. Desgraciadamente, en esta época en que vivimos es lo que pasa. No se combate de raíz la causa de los males, sino que nos centramos en operaciones de marketing que, en el mejor de los casos no sirven para nada y, en el peor, son gravemente contraproducentes para el fin que se supone que se persigue.

Y ahora voy a lo del colesterol: empiezo a tener la sensación de que se diagnostica exceso de colesterol por sistema a personas que no tienen aboslutamente ningún problema nutricional, ni de salud, ni tienen un riesgo especial de padecerlo. A Begoña le ha pasado exactamente lo mismo. En este caso se trata de una mujer adulta con hábitos de alimentación especialmente sanos.

Salvo análisis específicos, se evalúa el colesterol total (el bueno + el malo, para entendernos). Empiezo a pensar que hay personas con un consumo relativamente elevado de aceite de oliva y / o con actividad física elevada, etc. a la que se está diagnosticándo colesterol alto sin más. ¿Estamos seguros de que esas personas tienen realmente mayor riesgo de complicaciones cardiovasculares? Empiezo a sospechar que la respuesta es NO. Es más, quizá un análisis estadístico en condiciones revelaría
que la respuesta es TODO LO CONTRARIO.

Perdona por el rollo, pero hay determinados síntomas de estos tiempos que me ponen especialmente
cabreado.

No soy un retrógrado, no reivindico
sin más los viejos tiempos, pero me temo que en muchos, en muchísimos asuntos, nos estamos equivocando de principio a fin y, bajo pretexto de mejorar la vida, la estamos arruinando.

Bueno, suavizo mi postura inicial. Por supuesto debéis hacer un seguimiento del tema del colesterol de la niña, pero relativizad la cuestión: posiblemente no tenga la menor importancia.

Besos para toda la familia.

MK

Bea dijo...

Hola! Vengo del blog de Susana (Tres cosas hermosas). Estoy de acuerdo con MK!. lo mejor es relativizar lo del colesteroyhacer un seguimiento moderado, por si acaso. Un saludo.Bea

Susana dijo...

Hola Ayr! Qué ilusión verte por mi blog.

Como tú dices, crecimos a base de nocilla, embutidos, chucherías y estamos la mar de bien. Vivimos en unos tiempos de paranoia... es importante cuidar la alimentación pero sin emparanoiarse, yo creo.

Ánimo... y besos!

Free counter and web stats