Ayer acabé un proyecto muy importante para mí y que ha llenado mis horas libres y vacaciones desde hace siete meses. En el momento en el que puse el punto final, me entró el mismo vértigo que si estuviera a punto de subirme en la montaña rusa del parque de atracciones de una película de terror. Se me encogió el estómago.
La celebración duró poco, apenas los minutos necesarios para hacerles partícipe de mi éxito a las personas que me han acompañado todos estos meses en esta aventura, ya que otro problema, éste de índole laboral, ocupó rápidamente el sitio reservado a mi felicidad.
Aquí tenéis una muestra de cómo la cara y cruz de la moneda se entrelazan en la vida, y, aunque sé que el segundo tema tiene fecha de finalización y que con el primero tendré para toda la vida una muestra de mi propia capacidad personal, no dejo de paladear un amargo regusto cada vez que trago saliva.
3 comentarios:
Hola cariño,
muchas veces, los buenos momentos vienen acompañados de otros no tan buenos.
¿Será esa la manera que tiene el universo de hacernos valorar lo que tenemos?
Disfruta de las cosas buenas de la vida.
Besitos.
¿Podremos leerlo? No dejes que te amarguen TU día, no se lo merecen. Y en el vaso, primero se colocan las piedras grandes y el resto, que se encajen.
Enhorabuena, de verdad.
Un abrazo enorme. Bea
Felicidades,
Yo quiero uno pero firmado, por si te haces famosa.
Felicidades nana
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