Supongo que todos conocéis esa cita que dice “es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio”.
Pues me pasa a mí.
Hablo, digo, comento, critico actitudes y aptitudes de todo el que se pone por delante y después cuando llega el momento en el que tengo que aplicar todos esos consejos que yo he estado impartiendo a diestro y siniestro, voy y meto la pata hasta el zancarrón.
De hecho, ayer mismo reprendí en la calle, y delante de parte de sus amigas, a mi hija mayor cuando no hacía ni dos días que había criticado esa misma actitud en una madre.
Y lo peor es que ni siquiera me di cuenta hasta que no me lo comentó una amiga.
Prometo, aquí y delante de todos vosotros, (y, aunque no me veáis, me clavo de rodillas cual Escarlata O’Hara) que intentaré morderme la lengua más a menudo (aunque sepa fehacientemente que después me saldrá una llaga).
1 comentario:
Bueno, si no te das cuenta hasta que te lo comentan, no está mal. Lo malo sería que te lo comentaran y negaras la evidencia. Conozco mucha gente que lo hace y no es que estén mintiendo; simplemente es que no lo ven. En mayor o menor medida nos pasa a todos (siempre caben interpretaciones subjetivas y matices para justificarlo), pero hay casos verdaderamente patológicos por lo contundente de la evidencia y lo absoluto de la negación.
Por decirlo de alguna manera, lo tuyo es simplemente despiste; lo de otros es ceguera.
Mk
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