A mí me gusta la navidad.

Sé que hay mucha gente que confiesa odiar estos días de alegría obligada y de compras desenfrenadas, pero yo no soy una de ellas.

Me gusta pasear por las calles llenas de luces y, no lo voy a negar, desmelenarme comprando cosas y juguetes que en el fondo nadie necesita. Me gusta poner la tele y ver una de esas películas americanas en las que sale ese señor vestido de rojo y blanco que tan poco tiene que ver conmigo y con mi infancia. Pero que a pesar de todo, me encanta.

Me encanta salir a la calle y tener que atarme el cuello del abrigo hasta arriba. No concibo pasar las navidades en una playa tomándome un daiquiri debajo de una palmera. Me parece raro no, rarísimo.

Confieso que es horrible salir a tomar algo con unos amigos porque todos los bares y restaurantes están a tope. Pero no me importa. Si no fueran navidades no quedaría con ellos, así que el esfuerzo lo merece.

Pero con lo que más disfruto es pasarme delante del plato que mi madre deja en la sala y meterme un trozo de turrón a cada momento. ¡Pena de dieta!

Lo dicho ¡FELIZ NAVIDAD! ¡BON NADAL! ¡MERRY CHRISTMAS! ¡ZORIONAK! ¡JOEUX NOËL! ¡BO NADAL! (y que cada uno escoja lo que más le interese).